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El Asedio de Haarlem, Guerra de los Ochenta Años

En el siglo XII Haarlem se había convertido en una ciudad amurallada, capital del condado de Holanda. Poco a poco se produjo en ella un auge importante, tanto es así que en el siglo XV, y gracias a la producción y el comercio de paños, pasó a ser una de las ciudades más ricas y prósperas de los Países Bajos. No es de extrañar que, durante la Guerra de los Ochenta Años con España en el siglo XVI, fuera uno de los puntos clave para la conquista de territorios.

De ahí que el asedio de Haarlem fue uno de los que ha pasado a la historia de esta guerra. Tuvo lugar entre diciembre de 1572 y julio de 1573, y fue llevado por Don Fadrique, hijo del tercer Duque de Alba, gobernador de los Países Bajos y comandante del ejército español. Siete meses que causaron estragos entre una población hambrienta y sin recursos.

Las escaramuzas frente a Haarlem se iniciaron el 20 de diciembre de 1572. Las tropas españolas intentaron desde un primer momento cortar todas las vías de comunicación de la ciudad con el exterior, pero durante mucho tiempo esto resultó imposible. Tanto es así que eran los propios sitiados los que se veían en la tesitura de no poder aprovisionarse, ya que los propios holandeses les cortaban el paso. Don Fadrique llegó a proponer a su padre incluso levantar el asedio.

Pero el Duque de Alba le llegó a amenazar con retirarle hasta la paternidad si se rendía sin tomar Haarlem. Por tanto, las fuerzas de Don Fadrique recrudecieron los ataques hasta ir tomando poco a poco algunas defensas de la ciudad, algo que no empezaron a conseguir hasta finales de enero. La llegada de refuerzos españoles hizo que la balanza empezara a decantarse a favor de los sitiadores, hasta que el 14 de julio de 1573 Haarlem se rindió completamente.

Más de dos mil defensores de la ciudad fueron ahorcados en la plaza pública. De no ser por el pago de 250.000 florines el saqueo y la muerte de los habitantes de Haarlem hubiera sido mucho mayor.

Aún así el saqueo de Haarlem supuso que la moral de los holandeses se viniera arriba. Creían que sus tropas no estaban preparadas para enfrentarse a España, pero al ver la resistencia y el arrojo con el que se defendieron todo cambió. Asimismo, el coste en vidas y derroche económico de los españoles durante este asedio también les pasó factura a la larga para perder definitivamente la guerra.