Holanda y su Papa Noel de noviembre
Sinterklaas en su cabalgata por la ciudad
Seguramente hay muchas cosas que envidiarle a Holanda. Paisajes encantadores, castillos de ensueño, tradiciones arraigadas y delicias gastronómicas por montones. Pero en estas épocas, lo que más llama la atención de este país es que San Nicolás llega a Ámsterdam en noviembre.
Es el tercer sábado del mes –este año, será el día 15– que Sinterklaas desembarca en las proximidades de la iglesia que lleva su nombre, en una nave que lo trae de España en compañía de su ayudante, Zwarte Piet. Un acontecimiento sin parangón se desarrolla en torno a su llegada.
Más adelante, el día 5 de diciembre, se celebra el nacimiento de San Nicolás. Es entonces cuando los niños de Holanda decoran con golosinas las chimeneas de sus casas, para dar la bienvenida a quien traerá sus regalos en ocasión de su cumpleaños. Desde luego, los adultos también se unen a los festejos, y se hacen regalos manteniendo cómplicemente la magia de la celebración.
Todo este acontecimiento tiene sus bases en la figura de San Nicolás de Bari, obispo de Mira en el siglo IV. Recién en el siglo XVI la tradición se expandió hasta estas tierras, ya que antiguamente sólo tenía lugar en Europa del Este.
Sin embargo, ya existía en algunas ciudades, como Utrecht, la costumbre de colocar monedas en los zapatos de los niños pobres, algo que se mantuvo y se asoció con esta festividad en cuanto obtuvo su importancia en Holanda. Desde el siglo XV se realizaba, el 5 de diciembre, una colecta por parte de la iglesia a favor de los más necesitados.
Así fue que, de a poco, una tradición extranjera fue ganando espacio entre los holandeses, y hoy es impensable esta época del año sin la presencia de San Nicolás. Según la costumbre, los regalos sólo pueden ser entregados por una persona tras recitar un poema de su autoría, lo cual suele terminar en escenas sumamente humorísticas: como en todo el mundo, el vuelo poético no es un don dado a la mayoría en Holanda.
Foto Vía: Héctor 624

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