Amsterdam y las drogas
Para muchos Amsterdam es la ciudad donde se puede consumir libremente todo tipo de drogas, una especie de paraíso underground y liberal. Pues bien, habéis de saber que, pese a la creencia popular, el cultivo, la venta y el consumo de todo tipo de droga está prohibido por la ley neerlandesa.
Los Países Bajos aplican desde la década de 1960 una política dura en materia de estupefacientes, pero, en la práctica, hace distinción entre drogas duras y blandas. De este modo, tanto el traficante como el poseedor de drogas duras se arriesgan a severas penas.
Sin embargo, en el caso de las drogas blandas hay mayor tolerancia, y de ahí esa imagen que se tiene de Amsterdam. Es una tolerancia que, sin embrago, está orientada a combatir la drogadicción y a apartar a los fumadores ocasionales de los medios criminales ofreciendo la posibilidad de los coffee shops.
Así, la marihuana y el hachís se venden libremente en centenares de coffee shops, manteniendo un lugar no marginal para su consumo. Y paralelamente el gobierno trata de paliar los peligros de los drogadictos (para sí mismos y para la sociedad) mediante la asistencia social y la distribución de metadona y de jeringuillas nuevas a cambio de las usadas.
Parece ser que es un sistema que funciona, puesto que la población de toxicómanos neerlandeses enganchados a las drogas duras es solo de un 1,6 cada 1000 personas, mientras que en otros paises de Europa, como Francia o Gran Bretaña, esa tasa asciende a 2,5.
Sin embargo, desde la UE se ha presionado a los Paises Bajos, acusados de alimentar el mercado de las drogas y de atraer a los traficantes. Por ellos la política se ha endurecido y solo se puede consumir drogas blandas en los coffee shops.
Y eso sí, esos locales deberán cumplir unas normas muy estrictas: nada de drogas duras o químicas, nada de publicidad, respeto por el orden público, prohibición de vender a menores de edad y de vender más de 5 g (de hecho este es el límite para poder llevar encima, pues a partir de esta cantidad el portador se expone a fuertes sanciones). Los controles a los locales, además, son frecuentes.
Y es que se quiere ver reducido el número de estos locales en los próximos años. Así que, como ves, Amsterdam y los Paises Bajos no son tanto el sueño de todo fumador de porros sino más bien una forma (diferente, eso sí, del resto de Europa) de limitar precisamente su consumo.
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Foto Vía: indybay.org

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