El Parque Nacional De Alde Feanen

De Alde Feanen

Sorprende que un territorio tan escaso como el que ocupa Holanda se muestre tan sobrado en cuanto a reservas y parques naturales se refiere. Claro, querido Sancho, que lo que eso demuestra no es tanto la excelsitud de la naturaleza holandesa cuanto la de sus habitantes. Holanda es una región paradójica a la vez que paradigmática de la condición humana: un paisaje creado, urbanizado, respetado, sublime sobre una presunta monotonía de origen y llena de dificultades.

La veintena de Parques Holandeses conforman una unidad ecológica. El todo explica las partes, partes entre las cuales se encuentra el Parque Nacional De Alde Feanen, en el corazón de Frisia. Es muy emocionante llegar al centro de información del parque y ser recibidos por las banderas de la región que se despliegan a las puertas. Uno no sabe si detrás nos toparemos con un personaje de manga o con una comuna de hippies (los corazones) atlánticos (las franjas azules).

Por lo tanto, el Parque Nacional De Alde Feanen. La primavera es un buen momento para disfrutarlo, como en general ocurre con la mayoría de espacios naturales. El parque está constituido, cerca de Earnewâld, por humedales, junqueras, lagos, lagunas, charcas y cañaverales, hermosa palabra de tinte nerudiano, por cierto. Imaginamos que también los poetas se sentirán cómodos en este paraje pantanoso, sin necesidad de pertenecer a ninguna escuela romántica.

En el centro de información nos dirán (en inglés, alemán, francés e idioma de los connaturales, pero no estamos seguros de que también en castellano) que en De Alde Feanen anidan más de un centenar de aves. Entiéndase un centenar de especies que, en conjunto, da un resultado bruto de miles de individuos.

Es una cifra importante, tanto de unas como de otros. Contemplar en su entorno natural a estas aves de tamaño medio y grande, como las espátulas y los cormoranes, ha nosotros nos sirve como terapia apaciguadora, relajante. Eso sí, siempre que no cunda la excitación y los gracejos los vuelvan a todos unos insoportables.

Hay espacio y espacio para caminar con gusto. Pero la mejor manera de visitar el Parque es en barco o en barquita. Entonces, por entre los juncos y las cañas, veremos flotando sobre las aguas los maravillosos nenúfares, blancos y amarillos.

También hay zonas de prados húmedos y lagos limpios donde se encuentran ocas, patos y aves zancudas. Con multitud de embarcaderos diseminados aquí y allá, la pesca es una opción en distintos puntos del parque. O si no, una vuelta guiada en el barco que se pone a disposición. En definitiva, turismo natural para dulcificar este estrés que diariamente nos agita. ¿Y por qué no?

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