El prodigioso Ámsterdam del siglo XVII

Amsterdam

Atenas en el V antes de nuestra era, Alejandría un par de siglos después, la Roma imperial, Florencia en el Renacimiento, la Córdoba islámica, Londres isabelino, Viena finisecular, París y Nueva York en el siglo XX…toda gran ciudad conoce su momento de gloria en el que, por uno u otro motivo (artístico, político, económico) se convierte en capital del mundo.

También Ámsterdam se elevó por encima del resto de urbes. Ocurrió en el XVII, cuando el desarrollo del comercio y el empuje de una burguesía liberal pusieron las bases del Ámsterdam moderno. Quienes la visitaban se quedaban maravillados por el esplendor del puerto, la construcción de canales, lo animado de sus calles y el espíritu de libertad que animaba el conjunto.

Os proponemos un viaje turístico por la ciudad. Antes, recordemos que Ámsterdam había nacido en el XII sobre los pantanos que rodeaban la desembocadura del río Amstel. Desde el principio fueron necesarios trabajos de drenaje y la construcción de diques. A partir de una de las primeras presas urbanas acabó surgiendo la siempre concurrida plaza Dam, plaza que todavía hoy debe parte de su fisonomía al XVII.

Por ejemplo, el edificio que sirvió de Ayuntamiento. Un gran palacio inaugurado en la década de los cincuenta que sustituía a otro devorado por las llamas. O la Nieuwe Kerk, la Iglesia Nueva, construida unos años antes sobre un templo anterior asimismo incendiado.

A la derecha del Amstel se acometieron a lo largo de ese siglo XVII las actuaciones más importantes desde el punto de vista del urbanismo. La ampliación de la ciudad requirió la apertura de tres grandes canales (grachten) alrededor de los cuales se ubicaron las mansiones de la triunfante burguesía: el Herengracht, el Keizersgracht y el Prinsengracht.

Asediada por el Keizersgracht y el Prinsengracht permanecía, y permanece, la Westerkerk, la iglesia calvinista levantada en los años veinte del XVII y en la que Rembrandt fue enterrado en 1669. Los calvinistas, divididos y enfrentados en dos grupos, tenían templo propio desde 1611, año en el que finalizaron las obras de la Zuiderkerk, con su hermosa torre, la primera iglesia calvinista construida en la parte izquierda de Ámsterdam.

Papel fundamental en el auge de la ciudad representó la Compañía Holandesa de las Indias Orientales, fundada en 1602, bajo cuyo amparo se creó la Bolsa, institución moderna en su funcionamiento que conoció incluso sus respectivas crisis especulativas. El crash más importante a la vez que curioso de la época fue el debido a la especulación no con productos hipotecarios o fondos de riesgo sino con… tulipanes.

Vestigios de la tolerancia y el ambiente cosmopolita del Ámsterdam de la época se observan todavía en la Sinagoga portuguesa, no muy lejos de la Zuiderkerk. Consagrada en 1675, era la más lujosa de las tres sinagogas judías que tenía la ciudad.

Los Países Bajos se habían convertido en lugar de acogida de las numerosas minorías perseguidas o simplemente de los entonces llamados filósofos librepensadores. Sólo de España y de Portugal (unidos en 1580 bajo el trono único de Felipe II) llegaron miles de inmigrantes (protestantes, sefardíes, humanistas asfixiados con la atmósfera inquisitorial que dominaban la península).

En el seno de una de aquellas familias de judíos ibéricos nacería el filósofo Baruj Spinoza. Todavía educado en gallego, portugués y castellano, qué pena que la intolerancia del país de sus padres imposibilitara a la península de tan grande hijo para la posteridad. Aunque tal vez no sean éstas sino necias consideraciones pues, como enseñó Spinoza mismo, acaso el pensamiento no tenga otro pueblo que el universal.

Imprimir

Etiquetas: ,

Categorias: Amsterdam



Comments are closed.