Leiden: historia de una botella
La electricidad irrumpió con fuerza en el siglo XVIII. Bajo un espíritu casi circense, las exhibiciones públicas y privadas de los fenómenos eléctricos causaban asombro entre los asistentes. No sería hasta el siglo siguiente cuando el tema triunfase también en la literatura (Frankenstein) pero, mientras, los investigadores iban cercando un terreno en gran parte todavía ignoto. Muy especialmente, los científicos de Leiden.
La Universidad de esta ciudad holandesa, fundada en 1575, fue durante siglos faro del conocimiento. En 1746, Musschenbroeck realizó un experimento con una botella llena de agua y una varilla metálica, en forma de gancho, que atravesaba el tapón. Lo que Musschenbroeck y sus ayudantes obtuvieron fue, en esencia, un condensador. La botella de Leiden permitía acumular electricidad y amplificar sus efectos.
Musschenbroeck fue el primero en comprender cabalmente el experimento, que ya tenía un precedente alemán (von Kleist). A partir de entonces, el nombre de Leiden se asoció para siempre con el de la botella que le dio fama científica. Sin embargo, ya entonces esta localidad de la Holanda meridional había dejado de ser una jovencita.
Su origen no está del todo claro. Si la ciencia física más experimental tuvo aquí su oportunidad (la botella de Leiden), la ciencia etimológica todavía no ha dicho su última palabra. Durante algún tiempo se dio por supuesto que la moderna Leiden fue el antiguo asentamiento romano de Lugduvum Batavorum, topónimo que latinizaba uno anterior de clara raigambre celta, sin duda derivado del dios Lugh.
Esta dios Lugh parece de los más populares que tuvieron las tribus celtas (en sentido amplio). En el norte peninsular está muy presente, no digamos en Galicia. La misma ciudad de Lugo es un recuerdo de la herencia prerromana gallega (es probable que el mismo término latino, lucus, i, conectase con un vocablo indoeuropeo común tanto al latín como a los dialectos celtas). Y bien, ¿es Leiden la manera holandesa de decir Lugo?
Hay quien no está de acuerdo. En cualquier caso, está fuera de duda que en el emplazamiento actual llegó a haber una fortificación romana en los últimos siglos del imperio. Allí nacería la Leithis (o Leithon) medieval, que poco a poco daría paso a una floreciente ciudad con importantes intereses en el comercio de la lana.
El Rin se descompone en Leiden antes de morir sin demasiadas ganas en el océano. La ciudad está llena de vitalidad: la Universidad es uno de sus pilares. Los jóvenes, rememorando los tercios españoles que asediaron la ciudad en 1573, ocupan sus calles con su característico jolgorio.
Desde el Burcht, el castillo, se observa el conjunto de la ciudad. Abajo, el edificio del Ayuntamiento es un emblema de la ciudad. Como el más famoso de sus canales, el Rapenburg, mandado abrir por Guillermo de Orange durante el asedio español. Los campesinos perdieron sus campos, pero los españoles huyeron y la ciudad fue liberada.
Finalmente, a los amantes del arte les recordamos que Leiden es la cuna de Rembrandt. La casa original del gran pintor holandés, en Weeddesteegsplein, ya no existe. Sin embargo, el Municipio ha diseñado una serie de rutas e itinerarios que evocan la figura del artista a través de los escenarios en los que se desenvolvió. Rembrandt moriría en Amsterdam pero los primeros 24 años de su vida los pasó en su ciudad natal. Como debe ser.

Categorias: Leiden