Pioneros del arte moderno en el Hermitage
Espacio para la agenda de «cultura y espectáculos» en nuestro post de hoy. El escenario es el Hermitage de Ámsterdam, ya sabéis, la filial holandesa del conocido museo de San Petersburgo, y que se proyectó como homenaje a la conexión ruso-holandesa simbolizada en la figura de Pedro el Grande.
El Hermitage con vistas al Amstel se inauguró no hace más de ocho meses (aunque su aterrizaje en Ámsterdam sucedió en 2004) con una muestra impresionante de la vida en la corte de los zares rusos. Esta semana principia un segundo capítulo (en esa rutina de retrospectivas y exposiciones que caracteriza a los museos) no menos notable que el fundacional.
De Matisse a Malevich. Pioneros del Arte Moderno. Así se titula el evento que desde el próximo día 6 y hasta el lejano septiembre añadirá más picante al sabroso rancho cultural de la ciudad del Barrio Rojo. Es lo que tiene ser el hermano pequeño de un auténtico parnaso de la pintura, como lo es el Hermitage original.
Porque el oro tal vez esté en Moscú, pero el arte está en San Petersburgo. Y en esta ocasión serán más de 70 las obras que, abandonando la calidez de la matriz, se desplazarán hasta el no menos acogedor recinto holandés. La exposición se articula en torno a dos ejes: la pintura francesa, liderada por Matisse (y por el Picasso más francés, y el factor ruso, con Malevich y Kandinsky como referentes.
El lapso cronológico abarcado es el que se corresponde con las dos últimas décadas del XIX y las dos primeras del XX, es decir, cuando se ponen los cimientos, no exentos de cierto traumatismo, de lo que sería el arte moderno.
En realidad, con esta gran muestra el Hermitage de Ámsterdam es como si se reinaugurase. No en vano, sus puertas llevan días cerradas para preparar la nueva exposición. A partir del día 6, sin embargo, su horario es el habitual. Desde las 10 de la mañana hasta las 5 de la tarde, que se extienden hasta las 8 todos los miércoles.
Pero, además de las salas principales que ocupan las exposiciones, el Hermitage es un complejo enorme y presenta otros espacios que no se cierran. Así, tiene un auditorio, tiendas, una capilla restaurada, un restaurante y un precioso jardín, diseñado por Michael van Gessel.
Por si fuera poco, el edificio donde se hallaba anteriormente se ha transformado en un museo para niños. Niños y adolescentes que, por cierto, no pagan entrada en el Hermitage. Los mayores sí: 15 euros. ¿Un poco cara? Tal vez. Pero hay descuentos posibles y, en cualquier caso, merece la pena.

Categorias: Amsterdam, Museos de Holanda