El joven Vermeer en La Haya
Aquí estamos de nuevo, amigos. Y regresamos de la mejor manera posible y a lo grande. Si bien tened presente que por grandeza no entendemos tamaño, número, magnitud, sino categoría, intensidad, arte.
El Joven Vermeer, así se llama la exposición motivo de nuestro interés.
Dilucidado el qué, pasamos al cuándo: desde el 12 de mayo hasta el 23 de agosto, y el dónde: en el Mauritshuis, en La Haya. Falta lo más importante, el por qué. Para ello prestad atención.
Pintura holandesa del XVII: todos sabemos qué significa esta expresión Por ejemplo, significa Johannes Vermeer, pintor que pareció tomarse muy en serio el refrán de lo bueno, si breve…y apenas nos legó unas 30 obras (cuadro arriba, cuadro abajo). Pero qué obras.
La experiencia vermeeriana de los colores y su tratamiento de la luz siempre nos han conmovido. Así como esas solitarias figuras femeninas que, en medio de acciones simples, tontas, comunes (leer, coser, hablar, mirar), trascienden lo cotidiano con misteriosa delicadeza.
Desde el ámbito meramente formal en Vermeer hay un cromatismo de porcelana, una conseguida nitidez en los objetos, una presencia sensible (valga la redundancia, o el oxímoron, de la expresión) llena de encanto. Pero dentro del plano de los significados, lo que hay es ensueño, evocación, como signos visibles de un deseo latente.
Fijaos: son cinco las obras que componen esta exposición. ¡Cinco cuadros! exclamaréis. No merece la pena…Os respondo: primero, no es pena en absoluto, sino gozo, gozo inmenso. Segundo: sí que merece el disfrute. Al fin y al cabo, cinco cuadros representan casi la sexta parte de toda la obra conocida de Vermeer.
Se trata de: Diana y sus compañeras, Cristo en la casa de Marta y María, La Alcahueta. Propiamente, son estos tres cuadros los que pertenecen al joven Vermeer. Como se puede observar ya por el mismo título de dos de ellos, la pintura del joven Vermeer era, incluso por su temática (mitología, Biblia), bien diversa de la que le hizo famoso (básicamente a partir de finales del XIX).
Los otras dos pinturas que completan la exposición son Vista de Deft y La joven de la Perla (conocida también como Muchacha con turbante). Es decir, tal vez los dos cuadros más admirados del Vermeer maduro. El segundo sirvió de inspiración para una novela que a su vez se tomó como base, hace un par de años, para una conocida película.
Otrosí, recordad que el Mauritshuis es uno de los museos más elegantes del planeta. Entre sus tesoros: casi una veintena de obras de Rembrandt.

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