El Cementerio Americano de Margraten
Absolutamente impactante y sobrecogedor. Son dos de las muchas sensaciones que te llevas una vez que visitas el Cementerio Americano de Margraten, muy cerca de la ciudad de Maastricht, y a diez minutos de Valkenburg. Allí se encuentran enterrados un total de 8.301 soldados norteamericanos muertos en la Segunda Guerra Mundial, aquellos que un buen día desembarcaron en Normandía con el rostro de la libertad.
Nada más entrar aparecen frente a ti las hileras infinitas de cruces blancas sobre el suelo, una alfombra de césped verde que parece recién plantado. Muchas de las cruces tienen flores frescas en la base de la cruz. El cementerio tiene setenta años, pero cualquiera diría que lo inauguraron ayer…
Muchas de las cruces no llevan nombre, soldados desconocidos que, como reza la inscripción, sólo conoce Dios. El silencio aquí parece una pared enorme. Son muchos los que vienen aquí cada día, familiares y turistas a los que miras a la cara y notas la punzada de emoción que les sobrecoge.
Algunos dirán vaya un lugar para hacer turismo… Sí, es un cementerio, pero también un lugar en donde rendir respeto a los miles de soldados, americanos o no, que llegaron hasta aquí para entregar sus vidas en pos de un mundo mejor. La sensación que se respira aquí dentro merece la pena sentirla y vivirla.
En una de las zonas del cementerio hay una pequeña laguna rectangular, flanqueadas por dos muros, conocidos como el Tribunal del Honor, en los que aparece el nombre de 1.722 soldados norteamericanos desaparecidos en Normandía, y cuyos cuerpos jamás fueron encontrados.
Han pasado muchas décadas desde aquel trágico acontecimiento, aquella Gran Guerra. Sin embargo, aún siguen siendo muchos los holandeses que vienen hasta aquí a depositar flores a estos soldados que murieron en defensa de un país que no era el suyo. Cuentan que, cuando se construyó el cementerio, muchas familias holandesas prometieron encargarse de alguna tumba en particular. Según parece, a ninguna cruz del Cementerio Americano de Margraten le ha faltado nunca un ramo de flores.
Foto Vía Bert K.

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