Basílica de San Servacio, en Maastricht
La catedral de Maastricht dedicada a San Servacio (Basiliek van St. Servaas, en neerlandés) quien fue el primer obispo de los Países Bajos y quien trajo a estas tierras la doctrina cristiana, es una de las visitas obligadas si estás de paso por la ciudad. En ella reposan, además, los restos del santo hombre junto con el de otros de su condición.
Situada en la célebre plaza Vrijthof, esta basílica de orden románico acoge en su interior numerosos tesoros y criptas, así como cada año recibe a miles de peregrinos que se acercan hasta la localidad para venerar y visitar los restos de San Servacio.
En este sentido, los restos mortales y reliquias del obispo se encuentran en una urna de oro expuesta al público, dentro de lo que se considera el Tesoro de la Basílica de San Servacio y, cada siete años, se sacan en procesión alrededor de la ciudad. A lo largo de toda la Edad Media, está documentado que este tipo de procesiones originaban un gran número de disturbios, por lo que acabaron por ser prohibidas.
No sería hasta el siglo VIII, y con la preponderancia que estaba adquiriendo la ciudad cercana de Lieja, Maastricht perdió el estatus que hasta entonces había mantenido como una de las diócesis cristianas más importantes.
Siendo la más antigua de todo Maastricht y la que más historia acumula entre sus muros, en 1984 el por entonces papa, Juan Pablo II, decidió visitarla. En su interior, resaltan las capillas góticas, que se constituyen como verdaderas joyas en sí mismas y que son, también, uno de los principales atractivos de la basílica.
El perfil de su construcción, además, ayuda a crear el paisaje tan característico de la ciudad: lleno de torres por la gran cantidad de las iglesias y de monasterios que hay en ella.
Foto Vía: Revoloteos Blogspot

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