Que en Holanda el agua, y la relación de los holandeses con esta (que va desde ser los mejores amigos, con todos los beneficios que esta le reporta, hasta ser los peores enemigos, siempre han de estar alerta ante posibles inundaciones), es una de las características más notables del país, es algo que siempre ha estado a la orden del día.
Sin embargo, la importancia de este bien común en los Países Bajos ha ido más allá de todo esto y ha conseguido erigirse, además, como un valor seguro de la cultura propia.
Como información general, tan sólo unos datos: de la superficie total de Holanda, en torno a los 42.000 kilómetros cuadrados, 7.700 son agua. Además, el país está atravesado por infinidad de ríos, de los que los principales son el Rin, el Mosa y el Escalda y que desembocan en el Mar del Norte. Por si esto fuera poco, una cuarta parte del país se encuentra por debajo del nivel del mar.
Todo ello hace que Holanda sea un país ideal para pasar unas vacaciones enfocadas a practicar todo tipo de deportes acuáticos. En este sentido, las provincias de Frisia, y Zelanda son perfectas para cualquier actividad: pescar, navegar, dar un paseo en barco o practicar wind surf, remo, natación, buceo o esquí acuático, entre otras.
Pero también, si eres una persona más tranquila, visitar uno de los muchos museos dedicado a este bien: todos los lugares de Holanda declarados Patrimonio de la Humanidad, salvo uno, mantienen una estrecha relación con el agua, a saber: el primer pólder de Holanda, las islas Wadden y los diques que rodean Ámsterdam hasta la antigua isla de Schokland, la estación de bombeo a vapor de Wouda, los molinos de Kinderdijk y los canales de Ámsterdam.
Otras actividades interesantes a este respecto pudieran ser visitar el Museo Marítimo de Róterdam, el buque Batavia de la Compañía de las Indias Orientales, Giethoorn (la Venecia de los Países Bajos) y el parque Neeltje Jans.